jueves, 12 de enero de 2012

La popa del Buque Rena comenzo a hundirse...


El buque carguero liberiano Rena, que permanecía encallado en un arrecife de Nueva Zelanda desde octubre pasado 2011 y que se partió en dos esta semana, ha provocado una masiva contaminación de las aguas y costas neozelandesas, incrementando el temor en el país oceánico, debido a los riesgos e impactos ecológicos que podría generar este desastre.

El Centro Marítimo de Nueva Zelanda (MNZ, por sus siglas en inglés) informó que el vertido de crudo se ha extendido y proliferado hasta algunas playas, así como también los contenedores repletos de comida y combustible, que cayeron al agua tras el hundimiento, están llegando a las costas.

Después del barco encallar en octubre, se vertieron unas 350 toneladas de crudo, causando una marea negra que llegó hasta las costas y obligando a desplegar rápidamente tareas de limpieza, rescate de aves y otros animales.

La MNZ informó que estas acciones de recuperación y limpieza han costado hasta ahora alrededor de 25 millones de dólares neozelandeses (19,9 millones de dólares estadounidenses). Ahora el organismo teme que esta cantidad se incremente considerablemente, debido a un desastres que ya ha costado más de 150 millones de dólares en daños.

El jefe de la Unidad de Salvamento nacional, David Billington. Dijo que aunque los especialistas han bombeado la mayor parte del crudo de los tanques (unas mil toneladas de combustible), una gran cuantía desconocida sigue siendo inalcanzable para los equipos. “Un nuevo problema es que desde que el barco se rompió, se vierte más crudo al agua”, precisó.

Añadió que la rotura del casco del Rena no sólo ha incrementado el derrame de crudo, ya que también ha causado la caída al agua de unos 300 contenedores -de un total de 837-, troncos de madera y otra carga que transportaba al encallar.

“Una gran parte de la carga ya se ha vertido al mar. Los equipos de salvamento aún no pueden intervenir porque todavía es peligroso bucear y es probable que haya una gran cantidad de acero desprendido en las aguas”, enfatizó Billington.

A raíz del rompimiento del buque, se anunció el cierre de las playas adyacentes al arrecife de Astrolabe, a 12 kilómetros de la ciudad portuaria de Tauranga, en la Isla Norte; donde encalló el buque. Las autoridades también imputaron al capitán del Rena y el segundo oficial, quienes supuestamente habrían provocado el naufragio al realizar una maniobra brusca para acortar la ruta.

El buque carguero se partió en dos la madrugada del sábado debido al fuerte oleaje. La popa del barco, de 47 mil toneladas, se separó unos 30 metros de la proa, que continúa sobre los arrecifes a pesar del constante impacto de las olas que han alcanzado hasta seis metros de altura.



Wellington. (Reuters/EP) La popa del Rena, el carguero de bandera liberiana que encalló el pasado 5 de octubre en un arrecife cercano a la costa neozelandesa, ha comenzado a hundirse, según han informado este martes las autoridades marítimas del país oceánico a través de un comunicado. Al parecer, la popa ha comenzado a hundirse tras desplazarse hasta el borde del arrecife.

"La mayor parte todavía sobresale, aunque el resto está sumergido", reza el comunicado. Un remolcador sujeta con un cable la popa para evitar su deriva a las rutas de navegación, aunque los 30 metros de profundidad de las aguas podrían dificultar las operaciones, según han apuntado los expertos. Mientras, la proa está todavía en posición vertical y encajada en el arrecife, por lo que, de momento, no se teme su hundimiento.

El Rena se partió en dos el domingo a causa de una tormenta, después de permanecer tres meses encallado en el arrecife de Astrolabio, a unos 22,2 kilómetros de la ciudad de Tauranga, ubicada en la isla neozelandesa del Norte. Las autoridades han retirado toneladas de combustible y 400 contenedores, aunque no han conseguido limpiar completamente el vertido ni evitar que los restos del carguero lleguen a las costas de las islas cercanas.

Como consecuencia de ello, han muerto miles de pájaros y se ha interrumpido la actividad turística en la zona. El capitán y el oficial de navegación del Rena, ambos filipinos, han sido acusados de navegar con peligrosidad, derramar sustancias tóxicas y obstrucción a la justicia, cargos por los que pueden afrontar una pena de dos años de prisión y el pago de una multa de 300.000 dólares neozelandeses (186.434 euros).

Cortesia: Reuters, AFP

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